Es muy probable que a lo largo de tu vida hayas escuchado o escuches que “la venganza es dulce” o que “la venganza es un plato que se sirve frío”, pero esto ¿realmente es así?
El deseo de venganza es una emoción de la cual no se habla mucho pero que es muy común en los seres humanos. Cuando somos víctimas de alguna humillación, o alguien nos trata mal, se meten con nuestros seres queridos o una persona engaña a otra, en algunas oportunidades pareciera que se aprieta el botón de la venganza y hasta que no corra sangre no se para. Al verlo e esta forma podemos darnos cuenta de que resulta mas fácil acceder a emociones negativas como lo son el odio automático y querer vengarnos, que el poder perdonar al otro.
A veces es mas fácil aplicar la ley del talión, es decir: “ojo por ojo, diente por diente” sin cuestionarnos si esto nos hará sentirnos mejor realmente (porque creemos firmemente que nos hará mejor). Esto surge de el pensamiento de que, como el otro nos hizo sufrir, nosotros debemos devolverle ese daño que nos ocasionó, ya sea a nosotros o a un ser querido. ¿Con que fin se hace? Con el de sentirnos mejor, pero… ¿es así realmente?
Según Goethe: “La venganza más cruel es el desprecio de toda venganza posible”
Confuccio afirmó lo siguiente: “Antes de que te embarques en el viaje de la venganza, cava dos tumbas”.
¿Qué quieren decir con estas dos frases? Primero debemos definir bien que es la venganza. Para la Real Academia Española, la venganza es:
- Satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos.
- Castigo, pena.
¿Quién no ha experimentado esto alguna vez? Al parecer la venganza es uno de los instintos más profundos que tiene el ser humano. Se utiliza con el fin de protección dentro de lo que es la sociedad.
Lo cierto es que en la gran mayoría de las veces en que aplicamos la venganza esta no nos brinda beneficio alguno, lo único que hace es hacerle daño al otro y nada más. Es probable que en el momento en que nos estamos vengando sintamos cierta «satisfacción» por ver al otro en el lugar en que nosotros estuvimos, pero inmediatamente que se termine la venganza nos vamos a sentir iguales o peores que como estábamos antes.
Muchas veces se asocia venganza con hacer justicia, pero en realidad la venganza tiene una connotación negativa, porque detrás de ella se esconden el odio y el rencor, sentimientos destructores en un 100%.
Una persona vengativa lo que quiere ver es que el otro se desangre, y quiere esto porque piensa o siente que de esta forma se va a sentir aliviado, o mucho mejor, creyendo que el dolor de la otra persona va a aliviar el dolor que siente dentro de sí.
¿Por qué vengarse no nos hace sentirnos mejor? Porque nos centramos en emociones negativas como el odio, ira, rencor y dejamos de lado el comprender al otro, el poder perdonarlo. Muchas veces creemos que el perdón es para el otro, pero no lo es. El perdón es un regalo que nos hacemos a nosotros mismos, porque al perdonar nos liberamos de todas esas emociones negativas que tenemos adentro de nuestro cuerpo y mente, que muchas veces nos hacen estar tristes, querer vengarnos, odiar a la otra persona y no nos dejan vivir en paz.
Por esto es que vengarnos no nos hace bien, no nos va a quitar el dolor que sentimos por ese acto que consideramos fue injusto. En cambio, si logramos perdonar sí, porque estamos liberándonos de todo pensamiento y sentimiento que nos hace daño, y dando el lugar a nuevas oportunidades y caminos por recorrer. Aprendemos todo el tiempo, como dice la canción del cantautor Jorge Drexler: “Se aprende en la cuna, se aprende en la cama, se aprende en la puerta de un hospital. Se aprende de golpe, se aprende de a poco y a veces se aprende recién al final”. Estamos en esta vida para aprender y el perdón también nos lleva a eso.