Existe una frase budista que dice algo así como: “la queja aleja el beneficio” y esto… ¿es realmente así? Es posible que todos conozcamos a una o varias personas que siempre se están quejando de todo: cuando hace calor, cuando llueve, porque es lunes, porque hace frío, cuando tienen que madrugar, cuando tienen que acostarse tarde, cuando están solas o acompañadas, en fin, la queja como un deporte.
El problema está en que quejarse es un sinónimo de que algo no anda bien, que no estamos pudiendo ver lo que la vida nos da. Es una especie de ingratitud hacia la vida que estamos llevando, que en vez de aprovecharla la gastamos quejándonos.
Cuando tenemos a una persona así al lado lo más probable es que queramos salir corriendo, porque muchas veces esta no se da cuenta y además no encontramos la manera de decirle que: pare de quejarse, por lo cual surge un mecanismo inmediato de huida o tratamos de no dar mucha importancia.
Quejarse no conduce a nada, la queja realmente aleja todo beneficio, pero… ¿entonces porque algunas personas la aplican? La respuesta es que estas personas sienten una gran insatisfacción con sus vidas. No se están quejando en si del sol, de la luna y las estrellas, se están quejando de que no les gusta sus vidas, en la cual posiblemente sientan un gran vacío. Si una persona se vive quejando es porque evidentemente no puede ver las cosas buenas que tiene la vida.
También la queja es un hábito, posiblemente si te crías con tus padres o algún familiar cercano que se queja y se queja vas a adoptar esta forma como algo “natural”. Lo bueno es detectarlo y tratar de cortar con este hábito no beneficioso para ti.
La queja también se puede dar por ego, ya que hay personas que creen que merecen mucho mas que otras, por lo cual si las cosas no salen como quieren ahí viene la queja. A este tipo de personas les cuesta mucho ser empáticas, ponerse en el lugar del otro, ya que su egocentrismo interfiere con esto.
En este caso la persona es “victima” de todo lo que sucede: si llueve es porque el mundo se empeña en que llueva para molestarlo/a, si hace calor es porque el universo quiere que pase calor, y así sucesivamente con todo.
¿Por qué la queja aleja al beneficio? Porque la persona se suele poner en un papel de víctima y no toma las riendas de su vida para ser feliz. Cuando una persona se queja deja el control de su vida sobre alguien externo, por lo cual no tiene la posibilidad de cambiar lo que quiere.
Las quejas hacen que la persona no busque soluciones, o al menos esto le cueste mas. Cuando una persona es quejosa tiene dificultades para ver el lado positivo de todo o casi todo, por lo cual aparece la pena por si mismos. Por lo general le cuesta aprender de las situaciones, y aunque las cosas le salgan bien le cuesta mucho ver y reconocer esto.
Si una persona que es quejosa se lamenta por lo que paso, por lo que pasa y pasará, es posible que esto le consuma todas sus energías y obviamente no sirva de nada. Cuando hay queja hay mucho enfoque innecesario en cosas negativas, olvidando centrarse en lo que realmente importa.
Las quejas hacen que la se tengan problemas en el entorno, ya que por lo general todos contamos con nuestros problemas propios y no andamos con una pancarta contándole al mundo todo lo que nos apena y menos comparando cual situación es peor como si se tratara de una competencia. El problema está en que podemos dar consuelo a alguien uno o dos días, a lo sumo tres pero cuando eso ya se convierte en un habito surge el rechazo y se comienza a desgastar la relación. Por eso muchas veces preferimos alejarnos de esas personas ya que nos es imposible no sentirnos incómodos con este tipo de situaciones.
¿Es posible que una persona se deje de quejar? Lo primero es que la persona por lo general no se da cuenta de que se queja de todo, es decir, ya lo hace de forma natural y es posible que si se lo hacemos notar esto haga que se sienta mal por “no ser comprendido/a”.
El tema con esto es que la queja se puede usar como modo de manipulación sirviendo en cierto punto a la persona para obtener atención. Es posible que en algún momento se haya utilizado la queja por un motivo que sea razonable: ya sea una experiencia negativa, como una perdida, y en ese momento la persona se refugió en la queja y logro que las personas que estaban cerca le brindaran apoyo. De ahí en más asoció queja con atención, creándose un habito.
Es por eso que lo que empezó siendo una queja por algo real empezó a hacerse más cotidiano: queja por el sol, luna, estrellas, aire, frío, viento, día lunes, etcétera. Lo más curioso de este problema de la queja es que las personas que realmente han pasado por situaciones feas o traumáticas no suelen quejarse, sino todo lo contrario porque aprendieron a enfrentar este tipo de situaciones de otra forma.
Una persona antes de quejarse debería preguntarse si realmente tiene motivos, si esa queja le va a traer algo positivo a su vida, le va a dar un aporte especial o solamente va a hundirlo más. Posiblemente la respuesta sea que la queja lo aleja de todo lo positivo que la vida le da y puede dar, y de las posibilidades de crecer y aprender.