Es claro que la las personas que están a nuestro lado quieren lo mejor para nosotros (por lo menos esto es lo que dicen siempre), pero el problema está que junto con esos deseos lindos llegan además las llamadas expectativas. Pero… ¿qué son? Son sueños, ilusiones, la esperanza que podemos tener nosotros o en este caso alguien sobre nosotros mismos, de que se realice o se cumpla un propósito.
Las expectativas que tienen los demás sobre nosotros son una especie de regalo que uno no espera, o que no le gusta y luego no sabe qué hacer con él (porque nadie pregunto si lo queríamos, simplemente vino)
Muchas veces esas expectativas son sobre que deberíamos hacer, como debería ser nuestro comportamiento, y las aspiraciones que deberíamos tener. Todas las personas que te rodean cuentan con ciertas expectativas sobre ti, e incluso tu cuentas con expectativas sobre los demás y quizás no te des cuenta (o si). Tanto tu pareja, como amigos, compañeros de trabajo tienen expectativas sobre ti, algunas quizás ya las conoces y otras ni las sabes.
El problema es que esas expectativas influyen sobre ti dándote cuenta o no de esto, y ¿hasta qué punto pueden influir?
Es muy probable que si los demás quieren o esperan algo de ti, intentes cambiar para satisfacerlos aunque no te des cuenta (o si). El relacionarse con los demás significa esperar y que esperen algo de nosotros, influenciar y dejarse influenciar.
Por eso los demás tienen expectativas sobre nosotros, pero nosotros también tenemos sobre los demás. Esto es parte de la sociedad, es parte de cómo nos manejamos los seres humanos. Viene siendo una “batalla”, tanto por continuar con nuestros principios y forma de pensar sin dejar que las influencias de los demás interfieran, pero a su vez tomando en cuenta sin querer lo que los otros esperan de nosotros.
¿Cuál es el peligro? Dejar que los demás ganen la batalla. Debe existir un equilibrio entre lo que queremos y lo que los demás esperan, siempre predominando lo que nosotros queremos y nuestras expectativas, no las de los demás. A veces es difícil luchar contra eso, y dejamos que los demás tomen las riendas de nuestra vida en vez de hacerlo nosotros mismos. El peligro es el riesgo que tenemos de perdernos, de acoplarnos a metas que no son nuestras y no poder vivir la vida como sí queremos.
Ya que no podemos evitar amoldarnos a las expectativas de otros y tenerlas de los demás, debemos tratar de vivir con eso viéndole la parte positiva y no negativa. Todo este tema es parte de una adaptación social, pero no debemos tomar lo que no queremos por miedo a defraudar a las personas que son muy cercanas porque nuestra vida es única e irrepetible, y nadie puede vivirla por nosotros mismos.
Siempre es válido detenerse y pensar si lo que estamos haciendo nos conduce a donde queremos estar mañana, y si es parte de lo que nosotros queremos o lo que los demás quieren de nosotros mismos. El dueño de tu vida eres tú, por lo cual debes crearla y vivirla como tú quieras.