Quizás esta pregunta suene un poco “loca”, ya que en realidad somos nosotros quien vivimos nuestra vida por lo cual sí somos los dueños, pero, no nos referimos a eso al plantearla sino a: ¿qué tanta libertad tenemos para vivirla? o ¿qué tan condicionados estamos muchas veces que pareciera que no somos del todo dueños de ella?
Desde que venimos a este mundo estamos condicionados por las decisiones de otros, desde un comienzo recibimos nuestros nombres y apellidos sin tener participación en la elección, nos visten con ropa que no elegimos, lo cual obviamente es muy comprensible porque al ser bebés no tenemos ese poder de decisión, pero… ¿qué pasa a medida que vamos creciendo? Por lo general seguimos condicionados por la sociedad, nuestra familia, amigos, compañeros de trabajo, lo que es nuestro entorno en general, y las características que este tiene aunque no quiéramos.
No elegimos el colegio al que vamos a ir, tampoco el liceo, muchas veces realizamos actividades que no nos gustan como: canto, natación, guitarra, ballet, solo porque nuestro entorno así lo quiso, muchas veces también condicionando de una forma u otra nuestra futura vocación.
Cuando vamos creciendo vamos siendo un poco más “libres”, teniendo la libertad de elegir lo que queremos hacer, con quien queremos estar, lo cual es lo más lógico ya que si es nuestra vida tenemos el derecho a elegir como queremos vivirla, aunque muchas veces seguimos condicionados por el qué dirán, por lo que piensan los demás, por lo que se ve mejor socialmente, aunque no nos demos cuenta vivimos en sociedad y nos adaptamos a la mayoría de las reglas sin discutirlas, porque si nos salimos y no estamos en acuerdo con los demás somos como una especie de “bichos raros”.
Es difícil a veces detectarlo y mucho más poder cortar con eso, pero no es imposible. Podemos comenzar a hacerlo poco a poco, al menos con las cosas que sí estén a nuestro alcance: rodearnos de gente que realmente nos hace bien, que queremos y nos quieren, y no estar con personas por compromiso, ir a lugares que nos hacen bien, respetar nuestra forma de sentir y de pensar, siempre siendo flexibles con los demás y respetando las ideas ajenas, pero nunca dejando lo que pensamos de lado; Determinar en qué queremos trabajar, como queremos que sea ese lugar de trabajo, imaginarlo de la forma en que queremos que sea, estudiar lo que realmente nos gusta, no precisamente tiene que ser una carrera universitaria, lo que nos haga felices y nos haga ser nosotros mismos es lo mejor que podemos elegir.
Debemos vivir como nosotros deseemos, siempre y cuando tengamos respeto por los demás, así como exigir el mismo respeto hacia nosotros. Al fin y al cabo somos seres únicos e irrepetibles, con deseos únicos, vidas únicas y tenemos que aprovechar eso para ser lo más felices que podamos. La única persona que puede tomar la decisión de cómo vivir es uno mismo!