Es humano cometer errores, y a lo largo de nuestras vidas podemos llegar a cometer muchos. A veces sabiendo que podemos cometerlos, otras veces poniendo las mejores intenciones pero teniendo resultados que no esperamos, o pensando en ese momento determinado de nuestras vidas que es lo mejor que podemos hacer (aunque luego, con el paso del tiempo nos demos cuenta de que podríamos haber actuado de otra forma).
¿Que pasa con estos errores que cometemos? Cuando aceptamos que nos equivocamos, o que nos hubiera gustado actuar de otra forma en determinado momento y pasamos la pagina, es decir seguimos adelante con nuestras vidas aprendiendo de ese error todo es perfecto, pero… a veces sucede que una y otra vez aparece ese error en nuestra mente y no nos deja liberarnos. Esto sucede cuando la persona no se perdona y por el contrario se tira todas las culpas por ese error cometido.
De la mano con el no soltar ese error y seguir atados viene el autocastigo, pero… ¿porque lo hacemos? Existe algo que se llama culpa, y existe algo que se llama responsabilidad, es decir, el poder asumir que tuvimos ese error, poder hacernos cargo de eso. El problema se da cuando mezclamos culpa con responsabilidad, ya que la culpa viene de la mano con el autocastigarse. Castigarnos surge de esa sensación de culpa, de sentir que lo que hicimos fue horrible y por lo cual debemos castigarnos por ser malas personas y haber actuado mal.
El problema principal reside en la autoestima, porque cuando tenemos amor por nosotros mismos y sabemos lo que valemos por lo general no nos castigamos, al menos no por demasiado tiempo. Cuando tenemos baja autoestima tendemos a pensar que las cosas pasan por nuestra culpa, que lo que nos rodea falla porque nosotros tenemos que ver con eso. Obviamente, si pensamos que las cosas suceden por nuestra culpa vamos a pensar que merecemos ser castigados por eso.
¿Quien se encarga de ese castigo? Nosotros mismos, nos ponemos una especie de penitencia que en realidad no nos ayuda para nada a aprender de ese error y crecer. A veces el castigarse viene de familias que son más bien autoritarias, que funcionan con rigidez, en las cuales la persona se cría con una visión de que un error debe ser castigado, en vez de aprender de él y sacar lo positivo. Por este motivo es que muchas personas arrastran esas creencias que fueron o aun siguen siendo impuestas por su familia, obviamente sin cuestionarse que no funciona así.
Castigarse no es una solución porque no hace que ese error que cometimos se marche, es decir, por más que nos castiguemos y castiguemos ese error va a seguir existiendo. Cuando nos castigamos surge como una especie de pensamiento de que si lo hacemos ese error va a disminuirse, o que las consecuencias que tuvo o tiene se van a ir. La forma de hacer que este error disminuya es aceptar que todos cometemos errores, en menor o mayor medida, y muchas veces sin querer hacerlo, lo mejor es pedir disculpas si se puede y sino sacar lo mejor que se pueda de ese error para intentar no volver a cometerlo.
El castigo anula el crecimiento, por más que nos impongamos un castigo muy severo esto solo va a causar dolor y más dolor, mas culpa, pero no va a hacer que podamos observar ese error y aprender de él, liberarnos.
En caso de que te sientas mal por algún error cometido en el pasado o sientas que siempre te castigas ante cosas que ya no puedes remediar y por más que lo intentas no puedes dejar de hacerlo, muchas veces sirve realizar una terapia psicológica en la cual se de paso a la reflexión y se pueda obtener la ayuda de un profesional para salir adelante.